
Escucha Balanga, escucha el sonido que viene de allí: en la cocina los pájaros cantan, entonces parece que ya es de día. ¡Ya es de día mamá! ¡abre las cortinas!, pero las dos mamá, ¿viste que es de día?, ahora cuéntame este cuento.- Balanga toma el libro de tapas duras y se acurruca sonriendo....
"Había una vez, en un país tan pequeño como lejano, un rey muy bondadoso cuya hija mayor, llamada Libertad, jugaba en los jardines y en las calles de la ciudad tan ínfima como el reino mismo. Libertad y todos los otros niños del reino crecían entre saltos, canciones, cuentos y paseos de tardes eternas. El reino que no era muy rico ni muy pobre, era el más alegre de la zona. Algunos pensaban que era a causa de la bondad del rey, otros que se debía a la risa grande de su hija. Pasaron los días y las semanas, las semanas y los meses, los meses y los años...y un buen día Libertad creció y mientras conversaba con un joven príncipe muy rico y apuesto -venido de otro reino- comenzó a desear conocer otros lugares. Fue así como un día Libertad tomo un vestido, su peine y un libro, recuerdo de su madre y partió tras este príncipe que le ofrecía la belleza, comodidad y oro que ella nunca había conocido en su pequeño reino, ni muy rico ni muy pobre, en su ciudad ínfima. En cuanto se hubo ido Libertad, el rey comenzó a llorar. Las lágrimas salían de sus ojos día y noche, inundando poco a poco su reino. Cuando el llanto fue demasiado, llegaron los asesores donde el rey, para decirle que la tristeza estaba inundando el pueblo y que la gente estaba inquieta y preocupada. Entonces el rey bondadoso se transformó. Miró a sus asesores y les ordenó redactar un edicto que decía así: "Desde este día se prohíbe a las gentes de este pueblo reír, también se les prohíbe recordar a la hija del rey, jugar sus juegos o cantar sus canciones. Se prohíbe dirigirse al palacio a hacer peticiones. Además el rey tomará de cada uno la mitad de sus pertenencias para así enriquecer al país" (que como sabemos no era ni muy rico ni muy pobre). Desde ese día el reino se convirtió en el más triste de la zona y el rey en un avaro que sólo quería llenarse de oro para así conseguir que su hija volviera a su lado. Pero el rey no sabía que Libertad no estaba disfrutando del oro. Cuando huyó con el principe, se dió cuenta de que su reino era rico, pero frío y triste. Entonces su amor se desvaneció, comenzó a extrañar su pequeño reino y las risas y los juegos de su ínfima ciudad. Se puso andar entonces por las tierras, buscando el camino de vuelta a casa y sus pies cansados la acompañaban lentamente sin parar. Un buen día un joven campesino que había crecido con Libertad y que la amaba desde mucho tiempo antes de su partida, decidió que esto no podía seguir así. Tomó entonces su caballo y se dirigió a recorrer las tierras en busca de Libertad. La gente del pueblo lo salió a despedir, pero los mayores seguían tristes y sin esperanzas. Los más jovenes, en cambio, comenzaron a recordar la risa de Libertad y decidieron cantar sus canciones preferidas todas las tardes hasta que el joven la trajera de vuelta. Fue así como el rey empezó a sentir cada día, los cantos de cientos de voces jóvenes al atardecer y esta vez en vez de entristecerse o enojarse, comenzó a sentir algo parecido a la alegría. Un mes más tarde llegaron cabalgando al reino, el joven y Libertad que venían sonriendo, pues ya habían decidio casarse. El rey recibió a su hija con los brazos abiertos y llorando, pero esta vez de felicidad. Cuando le comunicaron la noticia del matrimonio, el rey se puso muy contento, devolvió todo aquello que había acomulado y decidió hacer una gran fiesta que durara siete días y siete noches.
Desde ese día en adelante el pequeño reino, con su ciudad ínfima, ni muy rico ni muy pobre, volvió a ser el más feliz de la zona y bueno, Libertad tuvo muchos hijos, cada uno más alegre que el otro."
Y colorín colorado este cuento se acabado...y pasó por un zapatito roto y mañana te cuento otro....